Todos llevamos dentro el niño que fuimos y muy tristemente, en la gran mayoría de los casos, ese niño sufre.
Sufre porque ha pasado por experiencias difíciles o hasta traumáticas que ha decidido enterrar en lo más profundo para no sufrir, para que no le vuelva a doler.
Y ante ciertas circunstancias de la vida, esas experiencias se repiten provocando el dolor inicial, pero sin tener la capacidad de poderlo resolver, `por lo que vuelven a quedar enterrados en lo profundo de nuestro subconsciente hasta una nueva oportunidad de que se muestren, o bien, hasta tener la oportunidad de solucionarlos y por fin sanarlos ya que ignorar algo no significa que no esté ahí.
El niño herido siempre está presente, tratando de llamar nuestra atención, e ignorarlo no hará que se vaya, sino todo lo contrario, aumentará nuestro sufrimiento hasta que logremos resolverlo.
Cuidar a nuestro niño interior implica darle cuidado y amor.
Es ponerle atención y ver con ojos compasivos y amorosos hacia nuestro interior.
La ceguera que nos acompaña e imposibilita para ver y atender a ese pequeño no es otra cosa que ignorancia, ignorancia que reside en cada una de las células de nuestro cuerpo, en cada espacio de nuestra consciencia.
Y rescatarlo es una labor que debe de ser consciente, intencionada, paciente y sobre todo llena de amor.
Así como el dolor está presente, también está la posibilidad de comprender y escuchar con compasión lo que nuestro niño interno tiene que decirnos.
Aprender a escuchar su miedo, su ira, su dolor, su soledad porque es lo que te posibilita para vivir una vida plena y feliz. Una vida llena de sentido.
Para sanarlo encontrarás tips en este podcast que te dejo el día de hoy, explora junto con mi invitada, la Mtra. Dulce María Hernández estos ejercicios y conéctate desde el amor con ese ser maravilloso que eres y que está escondido pero listo para brillar con toda su maravillosa luz.
Yo soy Luisa Isabel Vélez, sembradora de paz.
