Por tus hijos
La tarea de ser padres no es cosa fácil, y si bien es cierto puede dar grandes satisfacciones, también puede provocar muchos dolores de cabeza. Educar a un hijo y velar por él o ella es la más grande responsabilidad y los resultados de las acciones emprendidas se manifestarán a lo largo del tiempo.
En mi experiencia terapéutica, al trabajar con adultos, me he encontrado que, aunque amemos profundamente a nuestros padres, si ellos no han sido cuidadosos, han dejado dentro nuestro un pequeño niño herido, que va por la vida mostrando veladamente sus sufrimientos sin poderlos resolver.
Ese niño herido queda dentro y necesita ser escuchado, y algunas veces rescatado.
También reconozco que no es posible crecer sin heridas infantiles, inevitablemente las tendremos, pero el rol de los padres es fundamental para que estas heridas no sean tan graves ni profundas.
En este post nuestra invitada, Raquel Guerrero, experta en el diagnóstico y tratamiento de problemas de aprendizaje, lenguaje y conducta infantiles nos aporta sugerencias de cómo hablar y tratar a los hijos, en diversas situaciones cotidianas.
Nos invita a darnos cuenta de cuan violentos podemos legar a ser, y esta violencia no es solo con golpes, sino también con palabras, actitudes, comentarios, bromas hirientes, risas burlescas, chantajes, o humillaciones públicas son solo algunas facetas de la violencia que de manera inconsciente puedes estar implementando con la idea de educar mejor a tus hijos.
Por favor, nunca les hables mal de tu esposo/esposa, de tus suegros, de tus padres, eso es confuso para ellos. Si eres abuela y te los dejan, no te quejes de sus padres diciendo que no los quieren, si eres mujer no te quejes de tu marido delante de ellos, en fin… gran cantidad de consejos que no te puedes perder.
Ahora bien, date cuenta que la felicidad de tus hijos se logrará si y solo si tú has procurado tu propia felicidad, nadie puede dar lo que no tiene.
No puedes pretender ser un gran padre sin antes aprender a quererte a ti mismo, es de ahí de donde se parte. Amarse a sí mismo da como resultado hijos nobles y comprensivos, capaces de amarte aún tus más graves fallas.
¡Aprendamos juntos de este post, te invito a escucharlo!
Yo soy Luisa Isabel, Sembradora de paz.
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