Las creencias son una fuerza muy poderosa que afectan tu conducta y tu vida.
Si tienes las creencias de que puedes hacer algo, lo harás. Si las creencias son de que es imposible hacer algo, así será. Ambas, afectan tu vida o limitan el aprovechamiento de tus talentos y dones.
Entonces, todo lo que vives en tu existencia es el reflejo exacto de todos tus pensamientos y convicciones. ¿Te has preguntado alguna vez cómo las creencias afectan tu vida?
La verdad es que la creencia es lo único que marca la diferencia entre tener una vida feliz y satisfactoria o, por el contrario, triste y destructiva. Los pensamientos que tienes sobre ti mismo y de lo que es posible en el mundo que te rodea tiene un gran efecto sobre tu eficacia en el día a día.
Todos tenemos creencias que sirven como recursos, pero también otras que nos limitan. Las creencias que se tienen en la vida es lo que distingue a un hombre exitoso de otro resignado a vivir de una manera que no le gusta en realidad.
Si tú crees ciegamente en algo, construirás de manera inconsciente, toda una vida alrededor de ella. Ya sea para bien o para mal.
Pero, como quiera que sea, las creencias son solo la interpretación personal de la realidad y no son iguales para nadie, afectan de manera comprobada el grado de inteligencia, la salud, la creatividad, la manera de relacionarse con los demás, el grado de felicidad y el éxito personal.
Orígenes de las creencias
Las creencias son aquello que pensamos que es cierto sin haberlas comprobado. Son suposiciones. Fueron implantadas en la infancia y pueden provenir de ancestros, padres, familiares, amigos, de la religión, de la sociedad en general, de figuras de autoridad, de los medios de comunicación, sin siquiera haber sido notadas.
Cuando tienes una convicción, ninguna evidencia del medio ambiente o de conducta hará que las cambies, puesto que las opiniones no están basadas en la realidad. Tienes una creencia en lugar de tener un conocimiento de la realidad.
Las creencias tratan de cosas que nadie puede saber a ciencia cierta. Un ejemplo muy claro de esto es la idea de la existencia de Dios. No existe manera de demostrar su existencia de manera contundente, es cuestión de creer o de interpretar ciertos hechos.
¿Cómo cambiar las creencias limitantes?
¿Es posible reestructurar, desaprender o cambiar los viejos paradigmas que limitan el potencial de la persona? Claro que sí. Solo que se debe estar consciente de que no bastan las palabras para hacer los cambios, de hecho, se puede desperdiciar mucho tiempo en el intento.
Las creencias funcionan en un nivel distinto al de la realidad ambiental. Y sólo alguien que crea que puede cambiar, cambiará.
Dentro de los recursos más socorridos se encuentra la Programación Neuro-Lingúistica. (PNL) que proporciona un conjunto de herramientas que permiten accesar a mecanismos ocultos de las creencias.
Te invito a escuchar el post que he dejado en Spotify sobre este apasionante tema.
Yo soy Luisa Isabel, Sembradora de paz y consciencia.
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